Monasterio de San Juan de la Peña, historia y belleza oscense

monasterio de san juan de la pena

Joya de la época medieval, tesoro arquitectónico, arte con mayúsculas. Son muchas las denominaciones y adjetivos positivos que se le pueden dedicar al Monasterio de San Juan de la Peña. Uno de esos lugares que es difícil de explicar con palabras. Imposible es captar su belleza al máximo si no se pisa. Hay que sentirlo y respirarlo. Admirarlo y tocarlo. Hay que verlo para creerlo.

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El Monasterio de San Juan de la Peña es la principal atracción del, en general también impresionante, Paisaje Protegido de San Juan de la Peña y Monte Oroel. La impresionante construcción que en este artículo nos compete se encuentra en Santa Cruz de la Serós, al suroeste de Jaca y perteneciente a la Comarca de la Jacetania en Huesca.

La historia del Monasterio de San Juan de la Peña

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La vasta historia que prende de las paredes del Monasterio de San Juan de la Peña tiene su origen allá por el siglo X. Según los expertos, se erigió el monasterio como un pequeño centro monástico para San Juan Bautista. Poco tiempo resistió con este propósito y, a principios del siglo XI, hubo de ser refundado, ya bajo el nombre de San Juan de la Peña, por Sancho el Mayor. Con el paso del tiempo se convirtió en lugar de destino habitual de la monarquía aragonesa. Se fue ampliando con distintas construcciones que lo convirtieron en un panteón de reyes.

En el interior del Monasterio de San Juan de la Peña destacan, sobremanera, las pinturas de San Damián y San Cosme, que datan del siglo XII. También la iglesia de la parte superior, de 1904, y conocida como Panteón de Nobles. Por supuesto la capilla gótica de San Victorián y, por encima del resto para muchos, el magnífico claustro románico. En el siglo XVIII, y siguiendo las directrices del estilo neoclásico, se levantó el Panteón Real.

Pero más allá de las maravillas artísticas que resisten bajo los muros del Real Monasterio de San Juan de la Peña, de él destaca su conjunto al completo. De ahí lo que decía en el primer párrafo de que hay que estar allí. Parece imposible la forma de mimetizarse en la roca. Es un saliente más. Un monasterio en una roca, o una roca con forma extraña. Un espectáculo difícil de definir. Lo dicho. Ver pare creer.

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